Manuel Pardi Rial, argentino, de madre española y cuatro abuelos también españoles, se convirtió en el séptimo capitán de un velero argentino en llegar al continente blanco. Lo hizo a bordo del Pequod, la misma embarcación que había hecho ese viaje en 1987 al mando del legendario capitán Hormiga Negra.
El velero lleva el mismo nombre del barco que perseguía a Moby Dick, la obra de Herman Melville, y no es casualidad.
Llegar a la Antártida en un velero parece una tarea imposible. Sólo seis embarcaciones argentinas lo lograron desde 1987 hasta fines de 2020. La séptima oportunidad tuvo lugar en el verano de 2021 e incluyó la particularidad de que fue realizada a bordo del Pequod, la embarcación que hace más de tres décadas había realizado aquel mismo viaje.
Manuel Pardi Rial, de profesión abogado pero siempre aficionado a los barcos, es nieto de Lito Rial, uno de los dueños del tradicional restaurante “El Globo” y amigo de la juventud del gallego Benito Blanco Álvarez, actual presidente de la Federación de Sociedades Españolas de Argentina, de Alfonselle Sociedad Cultural Hispanoargentina, socio vitalicio del Club Español de Buenos Aires y expresidente en dos períodos del Club Europeo, entre otras actividades que le permiten sus jóvenes 90 años.
Desde que decidió emprender el recorrido al continente blanco hasta conseguir la embarcación adecuada a Manuel fueron sucediéndole una serie de hechos que lo pusieron frente a frente con un mito viviente de la naútica nacional: Hernán Álvarez Forn que había llegado a la Antártida a bordo de su velero Pequod (Moby Dick era su libro de cabecera). «Construí un barco lo suficientemente valiente como para navegar en mar abierto. Lo hice de acero, sobre el plano de un barco holandés; chiquito pero muy fuerte.”
Silvana Rodríguez: Nací en San Rafael, Provincia de Mendoza en 1971 y junto a Manuel, formamos nuestra familia en Buenos Aires. Soy mamá de Micaela y Justina. Buscando expresar mi gusto por el arte, me encontré aprendiendo y enseñando a pintar porcelana, arte milenario del tercer fuego. También descubrí junto a la artista Laura Tarsitano mi pasión por la pintura en bastidor. Me apasiona viajar y descubrir en cada lugar en el que estoy maravillas arquitectónicas, museos y toda expresión artística. Además del arte me apasiona la naturaleza y tendré la oportunidad de conectarme y plasmarla en mis telas en el viaje del Pequod por el Camino Azul.
Hernán Álvarez Forn tenía la teoría de que el barco debía boyar en vez de enfrentar la ola, y así fue como lo armó. Tenía una atracción muy particular por el Sur. Sentía devoción por los héroes de 1800 que hicieron descubrimientos por esos rumbos. Su primer proyecto fue ir a las Malvinas, pero la guerra lo frenó. Entonces, cambió de idea y se propuso hacer el cruce del Cabo de Hornos; para eso construyó el Pequod.
Decía: “No hay que pelear contra el mar; hay que encontrarle la vuelta para hacerse amigo, aun en las peores circunstancias. El mar siempre perdona, si uno lo comprende».
Nos cuenta Manuel Pardi Rial: “Mientras buscaba barcos, empecé a leer libros de navegantes que habían ido a la Antártida y cuando estaba leyendo el libro de Hernán Álvarez Forn, Antarktikós, me apareció en Internet que el Pequod, su histórico velero, estaba a la venta. Aunque se encontraba completamente deteriorado, no lo dudé ni un segundo y me puse en campaña para comprarlo y restaurarlo”.
Y así fue como Manuel pasó de leer a Álvarez Forn a poder conversar con él y escuchar los consejos del legendario Hormiga Negra sobre cómo emprender la travesía en la nave de tan sólo 28 pies de eslora, construida en base a un diseño estandar holandés (WIBO 945).
Manuel Pardi: Mi pasión por los barcos y la literatura nacieron juntas. La Gran Travesía de
Astérix, que cuenta la aventura del héroe galo a bordo de una vieja barca que arrastrada por una tormenta cruzó el atlántico, marcó mi infancia como mi libro preferido. Navegar en la realidad, era más difícil, pero siempre busque poder hacerlo. A los 20 años tuve la posibilidad de traer un velero durante 4 meses a la Argentina desde la costa oeste de E.E.U.U. y ciertamente no la dejé pasar. Al regresar de ese viaje, inicié otra aventura maravillosa, junto con mi esposa Silvana, nos dedicamos a formar nuestra familia. El trajín de la vida terráquea, me tuvo alejado del mar por muchos años, en los cuales los sentimientos de melancolía y nostalgia por la vida en el mar eran frecuentes hasta hacer llegar el momento de comprender que, como dice Herman Melville, era hora de hacerme a la mar. Y así, en este estado, llegué a Pequod.
La tarea que quedaba por delante era la restauración, trabajo para el cual Manuel fue a buscar a Francisco Gigena, el constructor original del barco. El arreglo tenía que ser especial; su idea era la de convertir al Pequod en un velero “ecológico y autosustentable”, pues quería navegar sin contaminar.
“Cambié el motor, puse un generador eólico y paneles solares. También un motor eléctrico que es algo novedoso en navegación, porque se carga con energía solar, del viento y de la misma energía que produce el barco cuando navega. El proyecto era ir a la Antártida generando cero emisiones de carbono”.
Ya el capitán y el barco estaban listos y para completar la tripulación se sumaron Hugo Velázquez, docente jubilado de La Plata, y Juan Manuel Etcheuhn, artesano de Palermo, que habían sido compañeros de Pardi en el curso de piloto de yate que los habilita para navegar todos los mares del mundo.
Sin saberlo aún, un nuevo Camino de Santiago se estaba gestando y algunos de los hitos o mojones fueron marcados durante ese viaje, aunque sin la Compostela de rigor a causa de la pandemia, que los obligó a efectuar la menor cantidad de escalas posible.
En su navegación de ida, el Pequod partió desde el puerto de Olivos, paró en Mar del Plata, en Quequén (Buenos Aires) y en Puerto Deseado (Santa Cruz). También hicieron una escala en Puerto Parry y en la Isla de los Estados, provincia de Tierra del Fuego. Desde ahí, iniciaron el cruce del Pasaje de Drake hasta su destino final: la Isla Decepción, en la Antártida.
La travesía del Pequod duró 87 días. En plena pandemia de Covid19, el 1 de enero de 2021, tras realizarse un hisopado que dio negativo, sus tres tripulantes pusieron rumbo a la Antártida. Era muy importante para Pardi Rial procurar que todo saliera bien.
“Lógicamente en un viaje tan largo siempre alguna cosita se rompe, pero lo vas solucionando y eso es lo que me gusta de la náutica, que te presenta desafíos permanentemente para ir resolviendo sobre la marcha. Hay que tener mucha imaginación…”.
Hugo preparaba la comida que aportaba las calorías necesarias para enfrentar el frío. Fueron testigos de atardeceres increíbles, que disfrutaron con el sonido de la gaita de Pardi, que sumaba sentimientos.
Manuel toca la gaita por atavismo, porque su sangre gallega se lo ha sugerido. Y en los momentos de calma en la travesía el sonido de la gaita gallega sorprendió a las soledades del extremo Sur.
El Pasaje de Drake, ubicado entre los 56° y 61° de latitud Sur, separa Sudamérica de la Antártida. Es la ruta marítima que comunica el Océano Pacífico con el Atlántico y sus aguas son tradicionalmente consideradas las más turbulentas del planeta. Tardaron diez días en cruzarlo.
Cuenta Manuel: “Las olas más grandes del mundo están allí porque no hay costa que interrumpa su formación.Son olas que recorren toda la circunferencia del globo en esa latitud sin que ninguna tierra corte su viaje, están dando la vuelta al mundo permanentemente sin que nada las detenga. Y ahí es bastante complicada la navegación.
Un día, el Pasaje Drake nos mostró su cara más furiosa. Fuertes vientos del noroeste y montañas de agua que nos rodeaban por todos lados hicieron que el Pequod pareciera un cubito de hielo en una coctelera”.
El pequeño velero ascendía y descendía de tres a cuatro metros, entre la cresta y el valle de cada ola. Finalmente, el miércoles 17 de febrero de 2021, alrededor de las 9 de la mañana, el Pequod cumplió su proeza y llegó a la Isla Decepción, que es el puerto de entrada a la Antártida.
“No tiene nada que ver con el nombre que lo define, es un lugar fantástico. Alucinante”, dice Manuel.
La Isla Decepción tiene forma de herradura; es un anillo de tierra formado sobre una caldera volcánica inundada.
“Es el cráter de un volcán activo, que tiene una pequeña parte que está abierta; por allí entra el mar y se forma un puerto natural. Se llama Los Fuelles de Neptuno y en ese lugar hay distintas caletas donde se puede fondear”.
La Isla Decepción atrae turistas todos los años, pero ese 2021, como consecuencia de la pandemia, solo estaban allí el Pequod y una embarcación francesa.
“Parecía que estábamos en la isla de los primeros exploradores, un lugar inhóspito; no parece de este planeta. Es muy lindo y los argentinos no hacen turismo por esos lares, manifiestan desinterés tanto al mar como a la Antártida. Se pierden un lugar alucinante”.
El Pequod y su tripulación permanecieron allí cinco días. La Antártida cubre una superficie aproximada de unos 14.000.000 km2. El Pequod, único velero de bandera argentina, había repetido la hazaña de llegar hasta allí.
El descanso eterno de Hormiga Negra
Antes de emprender su regreso, el capitán del Pequod debía cumplir un encargo muy importante: La familia de Hernán Álvarez Forn encomendó a Manuel Pardi Rial esparcir las cenizas del legendario marinero en el continente austral.
“Nos sentimos honrados de que se nos encomendara esa tarea y sentimos que de alguna manera él nos acompañó durante el viaje, por eso, con mucho respeto y agradecimiento, hicimos que Hernán descanse por siempre en ese lugar que tanto amaba”.
Esparcieron las cenizas en la Ventana de Neptuno, en Caleta Balleneros.
Iniciaron el regreso a Buenos Aires el 22 de febrero de 2021 y tuvieron que hacer una escala obligada en el puerto de Mar del Plata debido a que un fuerte viento rompió la botavara del Pequod. El lunes de la semana siguiente, a las 6:30 AM, ingresaron al puerto del Centro Naval de Olivos.
Una nueva etapa del mismo camino…
Luego de ese viaje, Pardi Rial planea continuar el camino partiendo desde Buenos Aires y tocar todos los puertos que sean necesarios hasta llegar a Vigo, en Galicia. De ese modo se completaría la ruta del “Camino Azul (de la Mar Oceana)”, una nueva manera de recorrer el Camino de Santiago y de animar a los amantes de la navegación a vela a imitarlo. Pardi Rial dice que la experiencia del viaje a la Antártida fue movilizadora, “muy fuerte” y cree que él ya no volverá a ser el mismo. “Hay otra valoración de lo cotidiano y de la fe”.
Manuel habla de fe, es de familia gallega y Santiago Apóstol y el Camino son temas que no le son ajenos. Esta vez, su compañera de viaje será Silvana Rodríguez, su esposa mendocina de ascendencia española, a quien conoció cerca del Cristo Redentor al pie de los Andes, en San Rafael, Mendoza, cuando iba recorriendo la zona de Cuyo en motocicleta.
Ella es una extraordinaria artista plástica pero, además, es timonel y está dispuesta a hacer el viaje con mucho entusiasmo. Estudió la manera de consumir vegetales durante el trayecto y decidió instalar una mini huerta hidropónica, que irá creciendo en medio de los vaivenes del velero.
El Pequod se alimenta de energías renovables (solar, eólica…), no utiliza combustibles fósiles y tiene una pequeña planta potabilizadora para convertir el agua salada del mar, en dulce y apta para el consumo humano.
La partida está planeada para mediados de abril de 2022. Desde Olivos, el Pequod irá al centenario Yatch Club Argentino, y desde allí lo acompañarán varios veleros hasta su entrada al mar.
La elección del lugar de partida no es casual, pues las autoridades y, sobre todo, la presidente de la Comisión de Cultura, Gloria del Viso, se mostraron en todo momento muy partidarios de colaborar en lo que fuera posible. El velero partirá engalanado con banderas argentina, brasileña, portuguesa y española y luciendo gallardetes de los clubes náuticos y banderines de los diferentes centros españoles, portugueses y brasileños de Argentina. Se irán sumando insignias en cada puerto que toque.
El velero recorrerá solitario desde la Ciudad Autónoma de Buenos Aires hasta Río de Janeiro (Brasil). Allí se aprovisionará y seguirá rumbo a Recife (Pernambuco -Brasil), Horta (Islas Azores-Portugal), Baiona (GaliciaEspaña), rías gallegas hasta Vigo (Galicia-España). Desde Vigo irán caminando hasta llegar a la Catedral de Santiago de Compostela a darle el tradicional abrazo al Santo y recibir la Compostela de finalización del Camino Azul. El Pequod habrá sido el primer velero en recorrer esa ruta con un mensaje de fe, paz, amor, fraternidad entre los pueblos, espíritu deportivo y cuidado del medio ambiente.
En ciertos tramos del viaje, Manuel y Silvana homenajearán a algunos de los escritores de libros sobre barcos y mares de la literatura universal y arrojarán al agua ramitas de laurel y olivo en memoria de Herman Melville, Hernán Álvarez Forn, Víctor Hugo, Julio Verne, etcétera.
Si todo va bien, Manuel y Silvana planean llegar a Baiona hacia finales de junio o principios de julio de 2022. Allí los estarán esperando algunos veleros para acompañarlos un trecho. Recorrerán las pequeñas radas de la costa gallega hasta que, desde Vigo, salgan a recibirlo los veleros locales. Ya entonces Manuel y Silvana habrán casi terminado su viaje y tendrán muchas anécdotas para contar a la Prensa, que los estará esperando junto a las autoridades, los amigos que fueron a recibirlos desde Argentina, y los muchos entusiastas que siguieron el periplo del Pequod por las redes sociales. El Papa Francisco prometió enviarles una bendición al partir y otra al llegar.
Una historia de amor que, a través del Camino, unió dos países
En el velero irá una nutrida biblioteca y el libro más importante será el que escribió Ana Laura Desimone, joven arquitecta argentina, que recorrió el Camino desde Coimbra (Portugal) hasta Santiago de Compostela. Mientras caminaba, Ana iba dibujando todos los detalles arquitectónicos que le llamaban la atención y escribía una reseña de cada lugar. Con ese material decidió editar un libro.
Pedro es portugués y conoció a Ana mientras hacían el Camino de Santiago, se enamoraron, pero ella volvió a la Argentina y comenzaron a extrañarse mucho. Llegó la pandemia y durante todo el 2020 era imposible viajar. Pero esa dificultad no arredró a la pareja de enamorados y se casaron por poder (vía Whatsapp) en octubre de ese año.
Finalmente, Ana pudo ir a Portugal y allá la esperaba su marido para iniciar una vida juntos. El 10 de marzo de 2022 nació Sofía, su primera hija.
Mientras transcurría la pandemia en Buenos Aires, el libro de Ana “Camino de Santiago – Cuaderno de viaje por España y Portugal”, fue tomando forma, ella lo tradujo al idioma inglés y el equipo de Abey Ediciones de Mariana Vicat Machado (que es cofrade de la Orden de la Vieira y esposa del padrino del proyecto, don Benito Blanco Álvarez) lo maquetó bilingüe español-inglés. Los dibujos, muy coloridos, llevan al lector por lugares maravillosos y le van dando consejos hasta llegar a la Catedral de Santiago, en Compostela.
Como regalo para la nueva familia, en las primeras páginas hay unos versos que el “poeta del amor”, Guillermo Alejandro Roemmers, escribió para la llamada “capilla de las vieiras”, en La Toja, Galicia. Silvana Rodríguez obsequió al poeta un cuadro del Pequod pintado por ella en agradecimiento por su valiosa colaboración y su compromiso con las causas que lleva el velero como bandera.
El primer ejemplar de la primera edición, será llevado por el Pequod , dedicado y en una bonita caja, para que Ana lo reciba en Portugal. Ella, seguramente, estará esperando la arribada junto a Pedro y con su hijita en los brazos. Otro prodigio xacobeo se hará realidad…
PRODUCCION A CARGO DE RICARDO FERRADAS / CAMAROGRAFO: JORGE PRESTA
Podes escuchar EL PROVINCIAL RADIO en www.provincial.com.ar o bajando la aplicación http://streaminglocucionar.com/portal/?p=17668