Necochea y Quequén han aportado algunos grandes nombres a la historia del automovilismo nacional es el caso de Armando José Ríos que había nacido en Quequén, partido de Necochea, el 15 de marzo en 1927, era sobrino de Benedicto Campos, (hermano de su madre) quien fuera reconocido por su trascendencia internacional, pero para Armando eso no tuvo ninguna influencia para su afición al automovilismo.

Armando J. Ríos, quien, al igual que Johnny De Benedictis, dos décadas después, llegó a estampar el número 2 en la puerta de su auto de Turismo Carretera.

A pesar de ser sobrino de Benedicto Campos, Armando José Ríos no comenzó a correr influenciado por su famoso tío.

A diferencia de Benedicto, que construía sus propios autos, a Armando sólo le interesaba tener los conocimientos elementales de mecánica para no quedarse a pie en algunos de sus viajes de negocios o de paseo.

A Armando no parecía interesarle tampoco la competición. En el año 1942 decidió mudarse de Necochea a la Capital Federal, fue taxista durante cuatro años. En 1954 se compró un puesto de frutas.

En 1957 compró un Mercury modelo 1950. En un principio era el auto que utilizaba para su trabajo y sus paseos, pero un día se le ocurrió participar en una competencia automovilística: el Gran Premio Standard de 1957.

En la segunda etapa de la prueba, disputada entre las ciudades de Córdoba y Tucumán, Armando J. Ríos ganó con un promedio de 131 km/h.

Si bien en la siguiente etapa abandonó la competición, la llama de la pasión por el automovilismo se había encendido y ya nunca se apagaría.

En 1958 Armando le alquiló un auto Ford a Esteban Sokol para correr en Turismo Carretera. Debutó en Tres Arroyos, sin éxito. La mala racha se mantuvo durante varios años.

Según un artículo periodístico de su época, durante cuatro años “junta toda clase de calamidades, que van desde los motores destripados hasta las desgracias personales”.

En catorce carreras su mejor performance es un séptimo puesto. “Entonces nadie se acordaba que era el sobrino de Benedicto Campos”, agregaba la nota.

La “mala racha” incluyó un vuelco que dejó inutilizada su cupé y que lo llevó a comprar otro auto, un Chevrolet, también a Esteban Sokol.

Recién en 1961 saboreó sus primeros triunfos en el TC. Ganó en Mar del Plata, en una prueba para “No Ganadores” y en Tres Arroyos se impuso con una velocidad promedio de 194 kilómetros por hora, muy cerca de los por entonces míticos 200 k/h, promedio que lo lograron los Hermanos Emiliozzi primero y Santiago Lujan Saigós segundo, en la Vuelta de Necochea en el año 1963, superando por primera vez los 200km/h

En una época en que el TC se corría en las rutas, Ríos demostró ser un gran piloto de pista. En las pruebas clasificatorias de Pehuajó logró la mejor ubicación y en la final logró un tercer puesto. También obtuvo un segundo puesto en el difícil trazado de Bahía Blanca.

Pero fue 1962 el año de Armando J. Ríos. En esa temporada ganó la Vuelta de Arrecifes, la Vuelta de San Antonio de Areco, logró el Premio “Eusebio Mancilla” en Junín y también ganó el Premio Ciudad de Tres Arroyos.

Logró tres segundos puestos en Necochea, Mercedes y Córdoba.

Ese año Ríos fue coronado subcampeón de la categoría. El título lo lograron los Hermanos Dante y Torcuato Emiliozzi.

Se lo recuerda como un gran velocista, pero tenía en cambio una fina sensibilidad en el volante, que podría llegar a convertirlo en un piloto de recursos en los más sinuosos circuitos, para transformarse en un buen piloto pistero. Todo esto lo logró con un modelo Chevrolet 38.

La suya parecería una calidad que iba madurando hacia una mayor sobriedad en la conducción que frenara los impulsos que alguna vez lo habían perjudicado. Esa madurez se notó en la evolución de sus recursos, que le permitieron acreditar tantos puntos que obtiene el título de Sub-Campeón Argentino de Turismo Carretera.

Armando Ríos siguió participando en el TC hasta 1968 con algunos buenos resultados parciales, pero sin lograr victorias, a pesar de haber reformado el Chevrolet para mezclarse con las cupecitas aerodinámicas.

A pesar de su pasión por los fierros, Ríos nunca dejó de trabajar. Se dedicó a la venta y distribución de combustibles y aún hoy la rotonda de la Avenida Almirante Brown y la Ruta 88 es llamada la “Rotonda de Ríos”, porque allí tuvo durante años una estación de servicios.

Muchos años después de su retiro de las competencias volvió a vincularse al automovilismo y más precisamente a Juan “Johnny” De Benedictis por quien comenzó a patrocinar al joven piloto y volvió a las pistas como espectador.

Incluso fue el acompañante de Johnny en competencia realizada en el Autódromo Gálvez de la ciudad de Buenos Aires.

Paradójicamente, Armando José Ríos murió como vivió: arriba de un auto, por su actividad viajaba mucho al Sur y quienes lo conocían decían que siempre conducía a altas velocidades. El 14 de enero de 1993, cuando regresaba de uno de sus viajes por el Sur del país, chocó con su Renault 18 contra un camión, en la ruta 228, cerca de Energía a 49km de Necochea.

En su momento más glorioso del automovilismo, funda en 1962, junto a Juan Carlos Solari, incorporándose luego Mario Alberto Bonfico, el Concesionario Oficial de Mercedes-Benz Argentina, hoy ubicado en la “Republica de Mataderos” sobre la Avenida Eva Perón de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

Armando J, Ríos, el “Pequeño Gladiador”, como lo habían bautizado por su espíritu batallador, fue uno de los más grandes pilotos del Turismo Carretera de Quequén-Necochea.

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