NOTA DE OPINIÓN DE SERGIO OSIROFF
La izquierda lava mejor
Hace medio siglo, Pier Paolo Pasolini sostenía que “el capitalismo es hoy día el protagonista de una gran revolución interna: se está convirtiendo, revolucionariamente, en neocapitalismo. La revolución neocapitalista se presenta como competidora de las fuerzas mundiales que van a la izquierda. En cierto sentido, ella también se sitúa a la izquierda”. El gran cineasta y escritor italiano, asesinado en 1975, sospechaba entonces que el verdadero agente revolucionario, a escala planetaria, no era ya el “comunismo real” ni la “izquierda”. La revolución se insinuaba, para él, desde el puritanismo del Norte de Europa y Estados Unidos. “El nuevo fascismo -completamente distinto- es pragmático a la americana. Su fin es la reorganización y la homologación brutalmente totalitaria del mundo”, explicaba en «Escritos Corsarios”.
Discutible, si se quiere. Pero bastante bien argumentado para aquel que desee profundizar en sus escritos.
Traviesos
Pasolini preveía la transmutación de las izquierdas en una forma borrosa e idealista de progresismo, en articulación con quien, sostenía, era el agente que estaba llevando a cabo la revolución planetaria: un capitalismo que, en su travestismo, marchaba hacia una versión de “ideología hedonista del consumo”, según propias palabras del artista.
Capitalismo de establishment y finanzas, podríamos conjeturar, con dilución de Estados –los menos favorecidos– en organizaciones supranacionales, alta tecnificación y disminución de la necesidad de mano de obra fabril y comercial.
Lo que abunda, daña
Al consumismo extremo inherente a la “revolución neocapitalista”, ese nuevo fascismo del que hablaba Pasolini, la gente le sobra. Requiere de consumidores en cantidad suficiente para asegurar la sostenibilidad del sistema. No de proles numerosas, perturbador estímulo familiar para batallar por mejores condiciones y oportunidades laborales, y por la ampliación del horizonte educativo y social para los hijos.
En forma inevitable, la lógica del modelo profetizado por Pasolini necesitaba poner de su lado a las “izquierdas”, más hábiles que las “derechas” para preparar, a la hora de la fiesta consumista, la piñata de hedonismos, principios retóricos y justicias retroactivas con que entretener a los perdedores.
Izquierdas mejor preparadas para hacerse cargo de la imprescindible tribalización en colectivos humanos, en particular en aquellos Estados destinados a la disgregación, a proveer materias primas y a servir de áreas de descanso y esparcimiento.
Marxismo para giles
Se esté de acuerdo o no con Pasolini, no deja de ser curioso que fuera un comunista, ateo y homosexual, quien sospechara el rol decorativo al que estaban destinadas las “izquierdas”. Mundo en que ellas ponen el decorado, mientras los supuestos liberales (nunca mejor dicho “neoliberales”) claman al cielo por las maldades que continuarían proviniendo de un tal Karl Marx que, empecinadamente, seguiría enviando sus racimos de maldades desde la Plaza Roja de Moscú.
Dan ganas de sugerirles, a nuestros autopercibidos liberales, que busquen mejor hacia dónde mirar. En una de ésas, hacia el Norte con el que se identifican.
Proletarios del mundo, ¡desuníos!
Manteniendo entretenidos a los “neoliberales” en su onanismo autorreferencial y su denuncia de colectivismos disolventes, provenientes de la expansión mundial marxista, la domesticación –rentada– de la izquierda implica, a la vez, doblegar su histórica interpretación universalista del ser humano. Es decir, de la persona con valor en sí misma, en cuanto a su condición humana, con independencia de “colectivos” de colores, razas, religiones, apetencias, antigüedad en el pago o lo que fuera.
Volver al futuro: Leyes de Nuremberg, en el buen sentido de la palabra
Vayamos, continuando la idea, a la página oficial del Ministerio de Cultura de la Nación, con motivo del censo nacional 2022: “por primera vez toda la población tiene la posibilidad de responder sobre autorreconocimiento étnico (pueblos indígenas u originarios y afrodescendientes) e identidad de género, reflejando la diversidad presente en nuestro país”.
No entendemos por qué no incluye el “autorreconocimiento étnico” (sic) para tanodescendientes, gaitadescendientes, turcodescendientes, moishedescendientes, más la diversidad de gente que –se supone– es descendiente de alguien. O sí lo entendemos, pero mejor la cortamos acá.
De leyenda negras y autopercepciones: gobierno peronista
Decía explícitamente el General, el 12 de octubre de 1947, que “Para nosotros, la raza no es un concepto biológico. Para nosotros es algo puramente espiritual. Constituye una suma de imponderables que hace que nosotros seamos lo que somos y nos impulsa a ser lo que debemos ser, por nuestro origen y nuestro destino”. “La difusión de la leyenda negra … procuraba fomentar, en nosotros, una inferioridad espiritual propicia a fines imperialistas”, insistía en ese mismo discurso.
Aprovechando que el General está bien muerto y enterrado, el justicialismo, en su actual travestismo socialdemócrata, aprovecha para alinearse con Braden y contribuir, desde la izquierda decorativa, con la “revolución neocapitalista” que vislumbraba Pasolini. De este modo, el gobierno del PJ se dedica a hacer estadística oficial sobre las autopercepciones étnicas.
Justicialismo eficiente en el ejercicio de decir una cosa y hacer otra. Después de todo, “mejor que decir es hacer”. Hace treinta años le tocó desindustrializar al país. Hace quince, privatizar recursos pesqueros, premiando la depredación en beneficio del agregado de valor en el extranjero. Hoy, servir de distractivo por izquierda en favor de agendas mundiales de buenas intenciones, y de los señores feudales del dinero. Feudalismo mucho más poderoso que la nobleza del Medioevo, cabe agregar, en relación a sus contemporáneos. Y los feudos necesitan tribus, no Estados de iguales.
La yapa: una sombra ya pronto serás
“La leyenda negra con que la reforma se ingenió en denigrar la empresa más grande y más noble que conocen los siglos, como fueron el descubrimiento y la conquista, sólo tuvo validez en el mercado de los tontos o de los interesados”, decía textualmente Eva Perón. Marche presa. Que su figura tiene validez, para quienes reclaman su copyright desde el “justicialismo», únicamente como decorado necesario.
Paradoja digna de la posmodernidad, a Evita la desdibujan mejor quienes la sostienen como mitología, que quienes ocultaron su cadáver y prohibieron mencionarla en voz alta. Idéntica maniobra a la señalada por Pasolini, en la transformación de las izquierdas para su uso por la “revolución neocapitalista”.
Si la historia la escriben los que ganan (dinero)
Todo lo dicho, se ha dicho solo por ilustrar el contexto político e ideológico nacional en que, desde hace tiempo, se denostan figuras históricas que, guste o no y con sus más y sus menos, contribuyeron a lo que somos como sociedad. Y en particular, como sociedad política.
Colón, por dar un caso, al cual las izquierdas de varietés sacaron a los empujones de su emplazamiento a espaldas de la Casa Rosada. Y las derechas que ni fu ni fa, sin incentivos patronales para contraargumentar con racionalidad, ni una pizca de rentado coraje, optaron por reinstalar dando frente al río, en la costanera, de espaldas a la circulación de gente y medios de transporte. Cosa de que el Almirante esté, pero a la vez esté poco. O de que esté pero no sea. Paradoja lingüística, esta última, no necesariamente entendible para quienes se empeñan en amoldar, la lengua de Don Quijote y Martín Fierro, a las tensiones genitales que provienen del nuevo orden puritano. Errata: instrucciones gramaticales provenientes de guardias roj@s del Kremlin y Pekín.
Roca incómoda en el zapato argento
Si Tierra del Fuego y Santa Cruz –por no decir Chubut, Río Negro y Neuquén– son provincias argentinas. Si en toda la Patagonia Sur no se habla inglés, salvo en el country británico de Malvinas, hay un nombre y apellido, Julio Argentino Roca.
Si la Argentina tiene la base antártica permanente más antigua de la humanidad, también hay nombre y apellido de por medio, Julio Argentino Roca.
Si hubo una política educativa laica y obligatoria que puso a la Argentina entre los países más alfabetizados de la Tierra, hay nombre y apellido, Julio Argentino Roca.
Por ello, y otras tantas cosas más –reiteramos que con sus más y sus menos– no es de extrañar que en Bariloche se pretenda desplazar su estatua del Centro Cívico.
O que un gobierno fueguino, autopercibido de izquierdas, haya eliminado su nombre de la única escuela antártica argentina. O que también se haya borrado su nombre del lago Roca, hoy Acigami.
O que se vandalicen sus estatuas, en ejercicio de justicias retroactivas sacadas de contexto.
No es de extrañar, decimos, una vez que se entiende que el estímulo de las izquierdas autopercibidas, no es otro que el de ocuparse de la piñata, dentro del rol que gustosamente les toca en la fiestita que organiza el travestido y nuevo (¿nuevo?) orden económico y político mundial. La consigna es tribalizarnos, reconocernos diferentes según los “autorreconocimientos étnicos” que pregona el Ministerio de Cultura de la Nación.
Lo importante es que seamos menos, y que los menos además nos afiliemos a múltiples gremios de particularidades con que diferenciarnos entre nosotros mismos. Que nuestros hábitos o apetitos individuales sean elevados a la categoría de derechos, y principalmente que los pobres que mendiguen un laburo, los escolares que comen con suerte una vez al día, se identifiquen entre sí por ser negros, achinados, blancos o cualquier otra caracterización.
Pólvora en chimango
Gastar tiempo y esfuerzo en organizar encuestas para oponerse al borrado de Roca, como se hace actualmente por el caso de Bariloche, es no entender hacia dónde va la realidad del mundo y qué parte nos toca dentro de él. Es no ver la articulación funcional entre “izquierdas” que ven fascistas y represores hasta en la sopa, y “derechas” que ven comunistas y gulags en el mismo plato.
El General Roca es parte de ese juego. Como lo son Colón, o los Hermanos Nodal que hicieron la primera circunnavegación de Tierra del Fuego, o Sarmiento de Gamboa, o cualquiera de esos sanguinarios que hicieron que en el confín del mundo se hable español, y no inglés.
No hay que gastar energía en argumentaciones ni en campañas ni encuestas principistas, cuando son tiempos de engañadores a sueldo, y de gente que quiere ser engañada.
Mapuche-nation.org
Si para muestra basta un botón, búsquese dónde se encuentra la administración central de una de las tantas tribus en que hoy la Argentina se desgaja. Por ahora, en forma incipiente. Búsquese en inglés, para más datos. Que se encontrará la sede en Bristol, Inglaterra.
Por ello, esas campañas y firmas por reconocer a Roca, o contra el adoctrinamiento escolar en la Leyenda Negra, carecen de sentido. Izquierdas y derechas van de la mano, y hay que creer en lo que se nos manda.
Pólvora en chimangos. Esfuerzos de tan escaso sentido práctico como lo tiene esta misma nota, que por idénticas razones, también es pérdida de tiempo.
Ya lo auguraba Arturo Jauretche:
“Les he dicho todo esto pero pienso que pa’nada, porque a la gente azonzada no la curan conconsejos; cuando muere el zonzo viejo queda la zonza preñada”.
Podes escuchar EL PROVINCIAL RADIO en www.provincial.com.ar o bajando la aplicación http://streaminglocucionar.com/portal/?p=17668