San Felipe – Chile.- Desde el Valle de Aconcagua allá en Valparaíso de Chile nos llega esta noticia, se trata de una situación laboral en la que los protagonistas son la secretaria del Club Deportivo Unión San Felipe, y el gerente general de dicha franquicia deportivaUna millonaria suma de dinero es la que tiene que pagar el Club Deportivo Unión San Felipe SADP a una de sus exempleadas, luego que la misma funcionaria demandara ante el Juzgado de Letras del Trabajo de San Felipe, a la entidad deportiva por Acoso Laboral en abril de 2021, lo que al final del proceso terminó en una condena para la institución, misma que fue apelada por los jurídicos del Uní, y que definitivamente el 10 de enero de 2022 fue ratificada por la Corte de Apelaciones de Valparaíso.

El monto a pagar a la demandante Carolina Andrea Castillo Contreras como resultado de esta acción judicial es de $31.100.103PRENSAMÉRICA© EL PROVINCIAL© buscó conocer las razones del por qué Carolina, exsecretaria del Uní, renunció a su cargo o gestionó su auto despido y a la vez demandó a su empleador. 

POR ROBERTO GONZALEZ SHORT. PRENSAMERICA – EL PROVINCIAL CHILE

La Demandante

«Entré a trabajar el 1 de abril del 2012 al club. Trabajé durante nueve años y ahí entré como secretaria, de ahí fui adquiriendo roles más importantes, porque fui aprendiendo. Después fui encargada de fútbol joven del primer equipo, después llegué a ser encargada de finanzas. Hasta ahí fui subiendo en mi cargo delante de la encargada del estadio. Sabía cómo funcionaba el sistema administrativo completo de fútbol joven, hasta lo que son remuneraciones, pagos y todas esas cosas», comentó Castillo.

– ¿Cómo es que usted se ve involucrada en estos abusos laborales, y por parte de quién o quiénes los sufre?

– Lo que pasa es que estaba todo bien. Yo siempre tuve buena relación con mi jefe, que en realidad ahí el jefe directo era el presidente Raúl Delgado, después el gerente general Eduardo Olivares, y después venía mi compañero gerente administrativo, César Toro, y venía yo, la encargada de Finanzas. Bueno, resulta que cuando vino la pandemia nosotros empezamos a trabajar desde la casa, terminando la pandemia, cuando se reanudó el fútbol volvimos al tema de los protocolos Covid que se implementaron en el estadio. Entonces venía el primer partido de Unión San Felipe, que fue el partido con Melipilla. Era el primero después de la vuelta de la pandemia, entonces, como yo era la directora de turno, la encargada del estadio y de implementar todos estos protocolos, yo viajé a Santiago a aprender con la gente de Melipilla, que era con las que ellos y el presidente implementábamos todo este tema de los protocolos. Yo fui a aprender cómo era, estábamos en Pandemia y todo era con estos temas de los permisos de traslado porque estábamos en cuarentena.

– ¿Puedes hablarnos de las situaciones de acoso laboral que vivió?

– Venía un partido en Puerto Montt, que es donde ocurren los hechos que yo denuncio. Se ordenó viajar a Puerto Montt, y para que no hubiera algún tipo de inconvenientes, el señor Eduardo Olivares dijo que lo más probable es que él iba a tener que viajar a ese partido por algún inconveniente que tuviera el plantel. Él me preguntó si es que yo podría ir a ese partido y yo le dije que yo no tenía inconveniente, porque si era por el tema de Puerto Montt, yo no tenía inconveniente, y él me dijo que lo iba a hablar con el presidente Raúl Delgado y me iba a comentar. Quedó ahí y yo al principio siempre entendí o que iba a ir él o que iba a ir yo. Y después resulta que él me dijo que don Raúl había autorizado el viaje, entonces que fuéramos los dos y yo fui como directora de turno. Obviamente el plantel se hospedó en un hotel y él me dijo que no había cupo en ese hotel porque como que lo habían arrendado solamente para el plantel, todo era como muy acotado el aforo. El viaje fue el 12 de septiembre del 2020, entonces él me dijo que no había, que había que buscar otro hotel, o sea, todas las personas de la oficina sabían que yo iba viajar con él a trabajar. Entonces yo busqué el hotel, le dije cuál era el hotel. Él arrendó las habitaciones, una para él y una para mí, como correspondía. Él hizo también el arriendo del automóvil en el que se iba a trasladar allá, porque viajábamos en avión y él compró los pasajes y hasta ahí todo normal. Nos fuimos de acá de San Felipe, tomamos el vuelo, todo normal, porque yo siempre tuve una relación amena con él, nunca tuve un problema, incluso a veces, por ejemplo, ese viaje que fuimos a Santiago, yo también fui con él porque fuimos a trabajar. Nunca tuve ningún problema de una desconfianza con él.

– ¿Nunca hubo ni siquiera que lo pillaste mirándote?

– No, nada, nada, nada. La verdad era impecable la relación, incluso me gustaba porque yo le decía que él era un buen jefe y todo y como que era muy respetuoso. Conoció a mi marido entonces siempre, incluso yo fui a su casa varias veces, pero incluso con invitación de sus hijas. Entonces yo siempre pensé que era una relación de cariño, así como papá-hijo y yo lo respetaba como jefe. Bueno, que siempre le dije ‘Don Eduardo’.

– ¿Cómo se da el mal rato?

– Resulta que llegamos ahí a Puerto Montt, todo bien, fuimos a almorzar a Puerto Varas porque no estaba con cuarentena, y aparte que cuando llegamos en la mañana temprano no podíamos llegar directo al hotel, porque no era la hora del check-in de las habitaciones. Entonces fuimos a almorzar todos, vimos la ruta e incluso íbamos a ir a Frutillar a conocer para hacer más corto el día, porque el partido era al otro día y por cuarentena no nos dejaron pasar y todo eso, y en eso nos dio ya la tarde noche y me avisaron del hotel que la cena las iban a dejar en la habitación y que podíamos hacer el ingreso y nos fuimos. Llegamos tipo 18:07 horas y cuando llegamos al hotel íbamos camino para allá. Él me dijo que si yo le podía ayudar a calentar la comida porque él era inútil en esas cosas, y como en las habitaciones son como mini departamentos, había de todo y eran habitaciones separadas. Hasta ese momento nada fuera de lo común, todo normal, me preguntó cómo pasé el día y yo me empecé a sentir como incómoda. No sé, no sé si fueron actitudes, no sé, pero era como que yo quería irme al hotel y él como que no quería, quería como que siguiéramos paseando. Entonces eso a mí igual como que me generó así como un poco de malestar, o sea como que no entendía, él quería como disfrutar juntos más el viaje, y llegamos, yo le dije ya, y me preguntó si yo iba a comer e inmediatamente le dije que no, se fue a su habitación y después de un rato llegó él, como yo igual ya me sentía un poco incómoda, yo así como que ya le dije que mejor viniera para calentarla, para que como que cenáramos y de ahí cada uno se fuera a su pieza. Entonces él me dijo que si le calentaba la cena y obviamente que para no comer solos, si podía comer conmigo en mi habitación.

Y sí, calentamos la comida, comimos, estábamos terminando de comer y ahí fue que él me hace el primer comentario, es como que se está pasando rollos. Estábamos terminando de cenar, y en eso él me dice ‘Carolina, la debo felicitar, porque lo que usted hizo allá de dejar bien en claro que nosotros teníamos habitaciones distintas, y ahora estamos cenando acá’. Yo le dije ¿pero qué tiene que ver eso? O sea, como que no encuentro el sentido, si es obvio no lo hice ‘para que los demás supieran’, sino porque algo normal y ahí como que a mí me molestó (…) y terminamos de comer y levantamos los platos, después él ya no se iba, se paró y se puso en la ventana y que ‘hay que se ve bonita la vista y venga a mirar, mire cómo se ve para allá’. Yo ya me empecé a sentir incómoda, yo sentía que si me acercaba él me podía hacer algo. Entonces como que fue mi sistema de defensa, pues él me decía que me acercara y yo no, ‘si yo veo bien de acá’, y no se iba de la habitación, yo ya estaba tan incómoda, que vine y me senté en la orilla de la cama y me puse un almohadón acá (en el pecho) porque yo me sentía amenazada, y después se empezó a acercar. Yo ya estaba cansada, y en eso me dice ‘Carolina, lo que pasa es que no sé si usted se ha dado cuenta, pero me ha costado todo el día controlarme, usted sabe’, y en eso me llama mi marido por videollamada y como sonó el teléfono y él lo vio, él vio que era mi marido y se fue corriendo, salió así como los ladrones.

– ¿Se complicó más la situación en tu habitación?

– Sí, pues Eduardo dejó las llaves en mi cama, y entre que yo le fui a dejar la llave y todo eso, se volvió y yo creo que era porque yo no quería tener esa cercanía. Entonces él volvió a meterse a la habitación y yo me volví a sentar otra vez con el almohadón y todo y empezó a hacerse el loco con la tele, hasta que ya se quedó ahí y ya está. En ese momento le dije ‘yo quiero que se vaya porque ya estoy cansada, quiero dormirme y hay que levantarse temprano y todo’, y de nuevo se volvió a acercar a la orilla de la cama y ahí viene y como que se va a despedir y ya le había dicho yo que no, y bueno y otra vez, y se abalanza, y ahí fue donde yo le puse la mano, él quería darme un beso y él se fue a abalanzar para darme un beso, y yo le puse la mano en el pecho fuerte y le dije ‘váyase de aquí, sino vamos a tener problemas’, y se fue y ahí yo me acuerdo que salí detrás de él a cerrar la puerta con llave, no dormí nada esa noche porque yo sentía que se me iba a meter en la noche. 

Sigue sin empleo

Según explicó a nuestro medio Carolina, ella tuvo muchos problemas en su trabajo, pues empezaron a circular memes y fotografías de ella y don Eduardo, con corazones en la ilustración y con la leyenda ‘Esta es la Nueva Pareja’, las bromas y comentarios siguieron hasta generarle un gran estress, finalmente tramitó su autodespido e interpuso la demanda contra Unión San Felipe, o sea, lleva ya más de un año sin recibir su salario y sin trabajar. Otro contratiempo que enfrenta Carolina, es que a estas alturas Unión San Felipe se niega a pagar lo que ordena el Tribunal y la Corte de Apelaciones, otro proceso judicial que se debe realizar para lograr ese cometido. 

Justa aclaración

Haciendo la correcta aclaración PRENSAMÉRICA© EL PROVINCIAL© hace énfasis en que este caso trata de Acoso Laboral, y en ninguna parte sería Acoso Sexual, pues según explicó Carolina, la situación se dio en el ambiente y horarios laborales. El demandado no es don Eduardo Olivares, a quien contactamos y declinó pronunciarse al respecto, argumentándonos que él nunca ha sido llamado a declarar ni ha sido denunciado por este u otro caso que tenga que ver con un comportamiento indecoroso, más bien nos explicó que ese beso en la mejilla era un hábito normal entre él y Carolina y siempre dentro del marco del respeto y afecto.

http://prensamerica.com/ en EL PROVINCIAL

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