Eusebio Carmelo Marcilla, nació en Junín, provincia de Buenos Aires, el 16 de julio de 1914—y falleció en Recreo, provincia de Santa Fe, el 14 de marzo de 1953, fue un piloto argentino de automovilismo de velocidad. Desarrolló su carrera deportiva en la categoría Turismo Carretera, entre las décadas del ’40 y ’50, siendo un reconocido animador de las competencias de aquella época, logrando a su vez un buen número de victorias. A lo largo de su carrera deportiva, fue fiel representante de la marca Chevrolet, formando parte de un selecto grupo de competidores que corrían con dicha marca, junto a Juan Manuel Fangio, Domingo Marimón, Marcos Ciani y Jorge Descotte.
A la par de su desempeño deportivo, en el que se destacaba tanto como piloto y como mecánico, supo también destacarse por sus muestras de solidaridad para con sus contrincantes ante situaciones de accidentes o inconvenientes mecánicos, siendo su acto más recordado el haber abandonado la traza normal del Gran Premio Internacional de la América del Sur, al auxiliar a Juan Manuel Fangio y a su navegante Daniel Urrutia luego de un accidente sufrido en un camino montañoso del Perú. Tras haber logrado llevar a los heridos a un hospital, por expreso pedido de Fangio retornó a la competencia, logrando finalmente el segundo lugar del clasificador general, por detrás de su amigo Domingo Marimón. Por esta acción, pasó a la historia siendo conocido como El Caballero del Camino.







Fue subcampeón de Turismo Carretera en los años 1947 y 1948, ambas ediciones por detrás de Oscar Alfredo Gálvez y en 1952 por detrás de Juan Gálvez. Al mismo tiempo, obtuvo 9 victorias en competencias finales entre 1941 y 1953.
Marcilla obtuvo su primera victoria en el Turismo Carretera el 12 de enero de 1941: fue en las 12 Horas de Rafaela, que duró poco más de medio día, se disputó sobre un circuito de tierra compactada de 11,757 kilómetros, y que fue la primera vez en su historia que la categoría se presentó en la Perla del Oeste Santafesino.
Este fue el primero de los nueve triunfos que Marcilla lograría en el TC. Casi siete meses más tarde, el 31 de agosto, el juninense cantó victoria por segunda vez en la Vuelta de Añatuya, en Santiago del Estero.




Tras el receso impuesto por la Segunda Guerra Mundial, retomó las competencias en 1947 (arribó segundo en el Gran Premio Internacional, un raid de 5374 kilómetros) y, el 18 de julio del año siguiente, se impuso en la Vuelta del Chaco. También ganaría en la Doble Vuelta de Rojas (2 de octubre de 1949), Vuelta de La Pampa (11 de junio de 1950), Vuelta de Córdoba (2 de julio de 1950), Vuelta de Santa Fe (2 de marzo de 1952), Vuelta de Córdoba (6 de julio de 1952) y, a su último triunfo en la categoría, lo logró el 20 de julio de 1952, en la Vuelta del Oeste, en su Junín natal.
EL CABALLERO DEL CAMINO
Fangio largó sin dormir, porque un alzamiento revolucionario obligó a una arriesgada partida nocturna. De pronto, el sueño lo traiciona. Vuelca, nadie lo ve, hasta que un auto clava los frenos. Marcilla lo rescata y recién después, sigue la carrera.
Son las 4:30 del 29 de octubre. El Gran Premio de la América del Sur de Turismo Carretera avanza rumbo a Caracas, luego de la partida en Buenos Aires el 20 de octubre de 1948. Juan Manuel Fangio maneja, exhausto, su Chevrolet por los caminos de Huanchaco, Perú. Es un segundo, pero cuando vuelve a abrir los ojos tiene una curva encima, sin darle tiempo a nada. Su auto cayó a una hondonada y el resto de los pilotos pasan sin advertirlo. Detrás, Gálvez. Y unos minutos después, como salido de ninguna parte, aparece Eusebio Marcilla. Los vio, y paró.






Detenerse, ayudarlo, cargarlo y dejarlo a los cuidados en el hospital para, recién después volver a la carrera le significó el nacimiento de su apodo. “El Caballero del Camino”, sería recordado para siempre y Eusebio pasó por la categoría sin ganar ningún campeonato, pero entró en la galería de los héroes del deporte. Si bien fue Oscar Gálvez quien les brindó los primeros auxilios (venían muy cerca tirando en tándem a 140Kh/h), enseguida llegó Marcilla, quien cargó a Fangio y a su copiloto, Daniel Urrutia, hasta un hospital en Trujillo. El primero se salvó y luego fue famoso. Urrutia murió.
Marcilla volvió a correr, porque Fangio se lo pidió expresamente. Ya en carrera rumbo al final en Caracas, hizo un esfuerzo sobrehumano con su Chevrolet para recuperar los 20 minutos que había perdido. Y casi le alcanza, terminó segundo detrás de su amigo, Domingo ‘Toscanito’ Marimón. Tercero, completando el podio llegó Juan Gálvez con el primer Ford. Oscar, el primero en cruzar la meta, fue descalificado por haber llegado a remolque, y pese a su pedido que llegó hasta el mismo Perón, se cumplió lo que decía el reglamento.
Lo de Marcilla fue una proeza, aunque acababa de dejar pasar la segura oportunidad del mayor triunfo de su vida. A él, cuentan, no le importó: lo primero que hizo cuando llegó a la meta fue donar el premio a Fangio, su amigo que seguía internado.
NINGUNEADO POR EL PODER




Para Marcilla había sido doblemente difícil llegar a completar los 9 mil kilómetros del Gran Premio Internacional del Sur, la carrera entre Argentina y Venezuela durante la cual salvó a Fangio. Ya era muy popular, y ya había dado muestras de solidaridad a los hermanos Gálvez, que todavía corrían juntos, en un accidente en 1940, durante el Gran Premio del Norte. Pero ni aun así conseguía el apoyo económico necesario para competir en pie de igualdad con los pilotos “top”.
Marcilla, de convicción radical, afiliado al partido, había recibido decenas de pedidos del gobierno peronista para que inscribiese en su cupé negra leyendas de propaganda en favor de Juan Perón y las realizaciones de su gobierno. Él se negó y decidió que su auto negro solo llevara inscripto el nombre de Junín.



No se lo perdonaron: el célebre secretario de prensa Raúl Alejandro Apold, encargado de la censura en esos años, ordenó borrarlo completamente de los medios, una orden que se cumplió a rajatabla y que sirvió de advertencia para los auspiciantes que osaran pensar en apoyar a Marcilla. Sólo la empresa Suixtil, que fabricaba indumentaria deportiva y apoyaba a todos los deportistas peronistas, nunca le retiró el respaldo a Marcilla.




En los medios de la época, el relator Luís Elías Sojit, directamente no nombraba a Marcilla en sus transmisiones, las más populares de la época. “Pasa el Chevrolet negro”, decía, o “Tiempo para el auto de Junín”. Malabares verbales para no mencionar al opositor. Ni siquiera su admirador incondicional en lo más alto de la pirámide del poder peronista pudo torcer esa voluntad. Juan Duarte, el hermano de Eva, con quien había compartido parte de la infancia en Junín era el primero en saludarlo. No obstante, su viejo amigo, ahora cuñado del presidente de la Nación nada pudo hacer.
Fue tres veces subcampeón del TC, la categoría del automovilismo más popular del país. En los años 1947 y 1948, terminó detrás de Oscar Alfredo Gálvez y en 1952 por detrás de Juan Gálvez. Obtuvo 9 victorias en competencias finales entre 1941 y 1953 en grandes premios, pero murió sin lograr la atención mediática y el respaldo financiero que su carrera merecía.


Fue el 14 de marzo de 1953 en la V Vuelta de Santa Fe. Eusebio punteaba la carrera a más de 180 km/h de promedio. Al aproximarse a una curva, en el paraje denominado “El Recreo” sobre la traza de la Ruta Nacional N° 11 cerca de la ciudad de Rafaela dobló con su cupé Chevrolet abruptamente y tras un espectacular vuelco se incrustó contra una columna de hormigón que sostenían cables de alta tensión Debido a que para esa competencia había decidido modificar la posición de la cabina de mando, pasando el volante y los mandos al asiento izquierdo.
“Abrazado” a la columna, el auto se prendió fuego producto de la pérdida de nafta. Poco pudo hacer Orlando Benzi, dueño de una estación de servicio cercana al lugar, que rápidamente logró extinguir el incendio. “Me tragué la curva”, llegó a decir entre susurros. El adiós fue inevitable.
Eusebio Marcilla falleció mientras lo trasladaban al hospital de Santa Fe, producto de las heridas recibidas por el impresionante impacto. Las rutas argentinas ya no volverían a ver el paso del Chevrolet negro. El Caballero del camino había iniciado el largo viaje hacia la inmortalidad.




En su Junín natal una plaza lleva su nombre, a la vez de que una estatua emplazada en dicho espacio verde rememora el episodio del rescate a Daniel Urrutia en el Gran Premio de la América del Sur. Al mismo tiempo, el Automoto Club de Junín lo homenajeó imponiendo su nombre al Autódromo de esa localidad. La ruta provincial número 70, ubicada en el centro de la Provincia de Santa Fe, también lleva su nombre.
El 29 de octubre se instituyo como el “Dia de la Caballerosidad deportiva” en conmemoración a la fecha en que Eusebio Marcilla antepone la solidaridad con otro competidor, a la gloria deportiva.




También ese día se rinde homenaje al acompañante o navegante de Rally en honor de Daniel Urrutia, acompañante de Juan Manuel Fangio quien perdió la vida en la Buenos aires-Caracas.
Eusebio Carmelo Marcilla, El Caballero del Camino, forma parte ineludible de la Historia del Automovilismo Deportivo Argentino.


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Excelente artículo. Desconocía el nombre y me alegró conocer la historia pese al final trágico de Marcilla. ¡Gracias!
Muchas gracias por su opinión. Todo el equipo de EL PROVINCIAL MOTORES le envía un afectuoso saludo.