En Castelli, sobre el histórico trazado de la Ruta 2 se alza, aún en ruinas La California Argentina, una estancia que alguna vez fue orgullo continental. Llena de promesas, entre paredes centenarias y campos que guardan historias de progreso, el lugar propone experiencias turísticas para disfrutar de este ícono rural de la provincia de Buenos Aires.

Este mes abre sus puertas para celebrar y volver a brillar, con entrada gratuita. 

Durante las décadas del ’40 y el ’50, sus 600 hectáreas de manzanos fueron las más grandes de América. En plena temporada, alrededor de  900 trabajadores llegaban desde distintos puntos del país para cosechar peras, duraznos, limas, limones y sobre todo, manzanas de tal calidad que viajaban a mercados de todo el territorio. Además, elaboraban sidras y dulces que alimentaban el orgullo productivo de toda la provincia de Buenos Aires.

A unas dos horas de Capital Federal, un inmigrante francés soñó a lo grande. En 1925 Samuel Humberto Levi llegó a estas llanuras y decidió apostar por algo distinto. Primero intentó con el cultivo de ajos y fracasó, pero su intuición no se apagó. Por el contrario, trajo injertos y semillas de frutales desde California y Australia y comenzó de nuevo. Así nació La California Argentina, que muy pronto dejaría de ser una simple estancia para convertirse en un verdadero imperio frutal.

La gran producción era sorprendente, pero también un castillo. En 1929 Levi mandó a edificar en el lugar, una construcción singular montada sobre una base giratoria, que seguía el recorrido del sol durante el día. Hazaña que logró cumplir apenas una vez, debido  al peso de su estructura, pero que fue suficiente para convertirla en leyenda.

La California Argentina fue entonces sinónimo de innovación y trabajo, un motor de sueños que hizo brillar a Castelli en el mapa productivo del país: camiones cargados de fruta, el bullicio de cientos de cosechadores, las hileras interminables de manzanos y el castillo erguido en medio de la llanura crearon un paisaje que parecía de película.

Con el paso del tiempo y los cambios en la economía, ese legado y esplendor comenzó a apagarse. En los años ’60 se desmanteló parte de la fábrica de sidra, los manzanos dejaron de ser cuidados y, de a poco,el predio fue perdiendo su ritmo productivo. El castillo vanguardista perdió el brillo y los caminos que vibraban con carros y voces se fueron cubriendo de yuyos.

La plantación más grande de manzanas de América quedó en silencio, pero la memoria colectiva nunca olvidó aquel lugar: casi un 10 por ciento de la población trabajó allí y la economía de la localidad giraba en torno a La California. 

Ese castillo que giró siguiendo al sol vuelve a ser protagonista, de la mano de la gestión local.

Para el mes aniversario de la ciudad, la tranquera blanca volverá a abrirse el domingo 24 a las 19:00 y los jardines del antiguo casco se llenarán de música en un concierto al aire libre a cargo del Conservatorio de Música y reconocidos tenores. Una cita gratuita abierta que homenajea al pasado glorioso de la estancia y anuncia un futuro distinto de cara a un proyecto de recuperación que quiere devolverle vida, cultura y encuentros a este ícono de la llanura bonaerense.

Ese espacio adueñado por el silencio y un castillo en soledad resurge al calor de la música, las historias y los sueños. 

La apertura al público recupera un símbolo de trabajo, orgullo e identidad que invita a imaginar nuevos capítulos. Un puente entre lo que fue y lo que todavía puede ser, en la provincia de Buenos Aires y en Argentina.

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