El Cabildo de Buenos Aires ocupa el mismo lugar desde 1580, pero su edificio sufrió sucesivas modificaciones. Las primeras referencias de esta emblemática construcción provienen de principios del siglo XVII. Para 1608, tenía paredes de adobe y techo de paja. En su interior, había un salón para reuniones y otro que funcionaba como cárcel. En 1610, doscientos años antes de la Primera Junta, el techo se cubrió de tejas. Más tarde, a mediados de siglo, le hicieron un balcón y torres de madera y barro.
Pero, en 1725, estaba en muy mal estado y fue demolido. Entonces, comenzó a levantarse uno nuevo, a partir de un proyecto del arquitecto italiano Andrés Blanqui. Así, comenzó a tomar forma el Cabildo tal como lo conocemos. El primer piso estuvo listo en 1748 y, en 1773, apareció la torre -un poco más alta que la actual- cuya cúpula se cubría con un techo de lata. ¡Sí, de lata! Ese fue el Cabildo de los patriotas de 1810 y esa fue su época de mayor esplendor.
Pasaron once años desde la revolución de mayo para que, en 1821, fuera derogada como institución y empezara a funcionar como un edificio administrativo.
En 1894, se suprimieron tres arcos del ala norte para dar paso a la Avenida de Mayo, y, en 1931, se demolieron tres más, del ala sur, para el trazado de la Avenida Julio A. Roca.
Desde 1938 el Cabildo alberga la Comisión Nacional de Museos y de Monumentos y Lugares Históricos, y el Museo Histórico Nacional del Cabildo de Buenos Aires y de la Revolución de Mayo.
Hacia 1940, el arquitecto Mario Buschiazzo realizó la última gran reforma del edificio, que rescató, en parte, el diseño original de Blanqui.
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