Transcurrían los últimos años de la década del 90 y para el por entonces joven tenista necochense, Eduardo Ronco, existía un mundo de posibilidades y de oportunidades más allá de la línea del horizonte. Para ir en busca de sus sueños, en un deporte tan difícil y sin ser poseedor de grandes recursos económicos, tan necesarios para competir en el alto rendimiento, el por entonces representante del Club Del Valle, tuvo que mostrar mucho más entusiasmo, determinación y coraje que la mayoría de los jóvenes deportistas de entonces. 

EDUARDO RONCO DIALOGANDO CON HORACIO TELLECHEA Y AGUSTIN BETANCOR EN EL PROVINCIAL RADIO

A lo largo de sus años como tenista, Eduardo, no solo exploró, sino que también se atrevió a hacer lo que hasta entonces no había realizado e ir a lugares donde nunca había estado. Cuando alguien no se arriesga se sale con las manos vacías y si por algo se caracteriza este deportista que es el actual presidente del Círculo de Periodistas Deportivos de Necochea, es por ser valiente y atreverse ante cada circunstancia deportiva y profesional.

Las personas que alcanzan sus metas, e incluso las superan, son aquellas que conocen el poder de la autodisciplina y si Eduardo Ronco se caracteriza entre varias virtudes una de ellas es esa. Si imaginamos y pensamos en un gran líder como Gandhi, su objetivo era la liberación de India de la opresión del poderoso Imperio británico. El revolucionario hindú tuvo claridad en su objetivo, el método de » la no violencia » para lograrlo y una estrategia contundente: la autodisciplina.

Los tenistas de alta competencia saben que para destacarse necesitan de una autodisciplina extraordinaria. La idea no es necesariamente que se sufra, pero sí disciplinarse y tomar conciencia del esfuerzo que conlleva conseguir un logro deportivo en un ambiente sumamente competitivo como el del tenis y Eduardo Ronco así lo hizo.

«A LOS TRES AÑOS APARECIÓ UNA RAQUETA EN CASA …»

Nuestro entrevistado comenzó indicando que «hice muchos deportes y el tenis fue el que mejor me salió. Mi familia quería que juegue al tenis porque me veían feliz jugando. A los tres años apareció una raqueta de tenis en casa, era una mezcla de real con una de juguete. Eso coincidió con las primeras imágenes del cable. Jugaba contra un paredón a que le pegaba Vilas y la devolvía Lendl. Me llevaron al club Huracán donde trabajaba un gran formador como lo es Rafael Rasmussen, pero no aceptaban chicos de cinco años. Que venga el año que viene le dijeron a mi padre». Sin detener su relato y fiel a su pasión por el deporte recordó que «un día iba caminando con mi madre por el centro de Necochea y en el local de Fermín Jungbludt, había un afiche que decía: Vení a la escuelita de tenis del Club Del Valle. Fuí con mi viejo y estaba Yuri Quaglia y me dijo que podía empezar y así empecé». 

NÚMERO 5 DEL RANKING ARGENTINO

Con el transcurrir del tiempo, Eduardo Ronco se fue destacando como uno de los muy buenos representantes del deporte necochense, lo que con su relato rememora: «Jugué selectivos, provinciales, nacionales, a los 18 años fui número 5 de Argentina y luego también número 8 del ránking nacional. Me tocó ver la irrupción del «Mago» Guillermo Coria. Fui rival muchos años y amigo de un grande como Carlos Berlocq, jugué con José Acasuso».

DE LA RURAL FIAT 75 A SU PASO POR FRANCIA

«Jugué interclubes. Pablo Fuente fue el principal impulsor para que juegue en Francia. El Prof. Juan Pablo Roselló me ayudó muchísimo también.

«Mi papá me acompañó un montón. Mi mamá sufría en los torneos, pero es clave para haber podido hacer todo esto. Viajábamos a Córdoba, Rosario, Capital Federal en una rural Fiat 1975. Fue una etapa donde me divertí, disfruté, porque estaba haciendo algo que soñaba con hacer».

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