Por MARCELO PERETTA

El abuso de medicamentos constituye un grave problema de salud pública en muchos países, que empeora con el peligroso acercamiento del narcotráfico a las farmacéuticas.

Varios remedios contra el dolor, la ansiedad, la congestión y las migrañas poseen un fuerte efecto adictivo, y su abuso conduce a graves perjuicios para la salud de los consumidores, que terminan hospitalizados o fallecidos, y que requieren costosos y complejos tratamientos de desintoxicación.

Los diez medicamentos más adictivos son: morfina (analgésico), fentanilo (anestésico), tramadol (antitusivo analgésico), oxicodona (antitusivo analgésico), diazepam (hipnótico), lorazepam (sedante), alprazolam (ansiolítico), metilfenidato (estimulante), oximetazolina (descongestivo) y cafeína (antimigrañoso).

Por más que requieren receta para expenderse, en la Argentina se accede a ellos muy fácilmente, porque hace tiempo que el comercio le gano a la salud: hay médicos que sobreprescriben, farmacéuticos que dispensan sin restricciones, adictos que falsifican recetas, laboratorios en algunos casos interesados exclusivamente en facturar y un Estado que dice que te cuida pero cada vez te deja más solo.

Para peor, los medicamentos robados en farmacias y hospitales reingresan al circuito, y los vencidos no se destruyen sino que se venden, como hacían los asesinados Forza, Ferrón y Bina.

El cuadro de descontrol beneficia al narcotráfico, que desplazó su negocio de la marihuana y la cocaína a las drogas de diseño y necesita abastecerse, para sus “cocinas”, del mismo insumo que usa la industria farmacéutica, en sus “laboratorios”. De ahí que desde hace unos veinte años se descubrió la sociedad entre droguerías y narcotraficantes, que entonces le proveían efedrina (para hacer extasis) y ahora fentanilo, tramadol, oximetazolina y otras sustancias para venderlas puras, cortadas o para incluirlas en sus “fórmulas caseras” que no conocen de dosis, peso, estabilidad, ni conservación, por eso suelen terminar con sus clientes internados o muertos.

El deseo incontenible de más y más ganancia los lleva a cortar (estirar) su producto con: talco, harina, vidrio molido, cenizas, insecticida, bicarbonato y aspirina entre otros.

Con prescindencia del “efecto narco” el abuso de fármacos es un dolor de cabeza porque, según el Sindicato Argentino de Farmacéuticos y Bioquímicos (Safyb): 7 de cada 10 argentinos se automedica y 2 de cada 3 profesionales sobreprescribe remedios, lo que en la Argentina provoca 12 millones de nuevas consultas médicas, 8 millones de nuevos tratamientos, 150 mil internaciones y 26.100 decesos anuales. Por cada dólar gastado en salud se gasta otro para atender los problemas relacionados con medicamentos.

La morbi-mortalidad asociada al uso de drogas y al abuso de medicamentos es una pandemia que exige políticas integrales que garanticen: importación controlada, producción segura, comercialización por vía legal, prescripción fundada y utilización racional.

Hay que conocer la ruta de los fármacos: qué y cuánta droga base entra al país, en cuántas unidades de medicamentos terminados se transforma, por donde se distribuyen, en qué lugar se almacenan, quiénes toman esos productos y qué resultados obtienen tras su consumo.

La solución no pasa por prohibir los medicamentos adictivos, porque nos quedaríamos sin remedios para tratar las enfermedades, tampoco por legalizar la droga, que lo único que haría es pasar el negocio de los narcos a la industria farmacéutica.

Necesitamos un registro actualizado de prescriptores para conocer “al momento” la lista de facultados, una receta de seguridad para evitar falsificaciones, que los profesionales prioricen al paciente en vez de su bolsillo, y que la farmacia deje de ser un comercio y vuelva a ser un centro de salud.

Tenemos que educar al consumidor de medicamentos para que comprenda que las soluciones a los problemas no están en una “pastilla” sino en el esfuerzo, y promover políticas de desarrollo social, espiritual, deportivo y económico que aleje a los ciudadanos del deseo de “empastillarse”. Hay que darle menos crédito a la publicidad y luchar fuerte contra el abuso de fármacos y su comercialización ilegal. Hay que combatir al narcotráfico y destruir su vínculo con la industria de medicamentos.

No creo que este gobierno esté dispuesto a dar la pelea, porque mientras dice jerarquizar la salud volviéndola ministerio, baja la Secretaria Contra el Narcotráfico a Dirección y flexibiliza la importación y comercialización de drogas potentes y peligrosas, que mal usadas pueden matar al consumidor y que son el insumo narco cuyo mercado crece sin límite.

Tenemos un Estado que, en lugar de encarcelar narcos y cerrar cocinas, aconseja a los adictos sobre la calidad de la droga, consiente la venta ilegal de medicamentos en kioscos, supermercados, ferias e Internet y no constituye ninguna dependencia pública destinada a contener la intoxicación farmacéutica.

MARCELO PERETTA. Doctor en Farmacia y Bioquímica – UBA, secretario general Sindicato Argentino de Farmacéuticos y Bioquímicos (Safyb)

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